lunes, mayo 05, 2008

Father & Son

Nadie debería estar paseando por mi calle a estas horas. Tampoco debería yo estar soñando a este grado de conciencia y con el velador encendido. Así respiro ahora: tan rígido que un acorde de violín acaba de partirme en dos. Sol

Mayor
           Menor
     Velador.
¿Tendré tiempo para rendirte cuentas, enemigo vecino? ¿O vas a aniquilarme en el acto, ni bien se abra esa puerta? Necesito espacio para aclarar mis emociones. Tengo derecho, al menos, a consentirme y saber que jamás dejé de ser el poderoso. Incluso podríamos entablar amistad, y burlarnos juntos de lo cruel y merecida que viajó la cuchilla entre mis pelitos abdominales. Pero yo no sirvo para esto, siempre pierdo cuando intento ser honesto.
Es increíble que la idiotez nos acompañe hasta el último segundo. Mientras pienso gritos espantosos, impulsivos y teatrales, los pasos como redoblantes se acercan acarreando mis últimos sonidos. Al menos estoy seguro de cómo voy a reaccionar -¡Voy a morir sobre el escenario como un verdadero artista!-.
Pareciera ser que el monstruillo se jacta de mi temor. Lo goza y lo saborea, untándolo con jaleas de fruta que roba impúdicamente de mi heladera (aunque parezca mentira, en aquel entonces mis únicas preocupaciones tenían el nombre los aderezos que injustamente tendría yo que reponer). Lo más gracioso, insisto, fue cuando pensé que todo estaba predestinado como en la vida de las grandes estrellas -hoy lo digo ruborizado-. La demora del crimen me regalaba su tiempo para inmortalizarme en emociones crudas y casi creíbles, que luego serían gratuitamente vendidas a mi vanidad. Y, como en toda historia heroica, mental y absolutamente carente de calle, el peligro se desvanecería por razones que yo ignoraría por completo.
El plan iba desarrollándose a la perfección, cuando mis emociones se acomodaron: estaba completamente cagado. Y eso siempre congenia astutamente con la compasión femenina y el abrazo de la crítica de arte: ¡Un romántico hasta en el simulacro de su muerte!
De todos modos, estoy disconforme con algunos detalles. El muy prolijo debió darme unos segundos más para los festejos. Mis ideas al fin habían encontrado el remanso y por primera vez tuvieron sentimientos (nadaban todos juntos en forma de círculo). Entonces, venir a aniquilarme justo en el auge de la fórmula… eso sí que es ser un cretino, envidioso tan asesino e impuntual!
La puerta se abrió sin disimular ni presumir. Y yo, como todo aquél que conoce el final de la historia, esperaba recostado, imperturbable y narcisista (los expertos aseguran que allí se registró el mayor índice de rating teatral). Pero los peores golpes nos encuentran siempre en la cima: jamás esperé encontrar allí a mi pequeño hijito, justo detrás de esa puerta de decorado. El muy intrépido intervino insolente en el momento más importante de mi carrera. ¿Justo hoy se le ocurre querer venir a dormir con papá? Sin embargo, sus ojos cachorros me pidieron que mirara hacia el costado -alguna vez había que hacerlo- y me apiadara de su temor, su estúpido temor a los monstruos. A regañadientes, le hice un lugar en la cama a la intrusa criatura.
No puedo negar que, así las cosas, me sentí cómodo a su lado ¡Sí! Con sus nalgas de felpudo junto a mi vientre cucharita. Le acaricié los ojos, se los hipnoticé desde la nuca hasta extinguirles el fuego. Estaba irresistible el divino maricón. Pero su belleza y la tentación duraron poco, iban desapareciendo a medida que yo me convertía en un monstruo. En diez segundos mi ambición lo venció. Suavemente, le envolví el cuello con mi brazo para incorporarlo a la escena. La luz hizo foco en mis ojos de gata cuando lo atravesé con un marcador Faber Castell. La tinta roja salpicó la decoración, al tiempo que mi cicatriz crecía y sus dientes de pequinés goteaban lágrimas de cocodrilo.
Esa fue la última imagen que tuve de él, antes de bajarle el telón de las pestañas y condenarlo al insomnio eterno.

6 Comments:

Blogger natalia said...

El lado oscuro de la Luna tiene color del lado más oscuro de mi ojo.

13:58  
Blogger Julieta said...

No me gustaría que este ser me lleve a la calesita y me obligue a sacar la sortija. No me gustaría que diubuje un monigote de mi cara con sus fibras faber castell.






Saludos cox!

18:42  
Blogger Andrés said...

Cuando las ideas encuentran el remanso, es cuando deben aprender a nadar. Por cojones.

14:42  
Blogger Todolindo said...

Totalmente. En caso contrario se hundirían y encontrarían la felicidad en las profundidades.

15:52  
Blogger Vivian said...

Qué buen texto. Gracias!

07:55  
Blogger P said...

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14:09  

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